Hay, cuando menos, dos testigos que afirman que Isaac Newton quemó una buena parte de sus archivos pocas semanas antes de fallecer, en 1727.
Y los que no quiso destruir, eran tan heréticos que ningún experto puede aventurarse a conjeturar qué pudo considerar peor el científico, para impedir que aquellos memorandos le sobrevivieran.
Príode tiene la respuesta.
Quedan tres días…
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