Y si te contara que, a pocos kilómetros al sur de Londres,
hay una cámara secreta, donde, a lo largo de los siglos, se ha almacenado un conocimiento
privado al resto de los mortales...
Y si te contara que cualquiera de las piezas que se
encuentran allí, entre docenas de manuscritos, cartas, libros, papiros y pergaminos,
pondrían en entredicho las bases de nuestra ciencia, nuestra historia, nuestra
fe...
Una sección perdida del mapa del Almirante otomano Piri
Reis; un volumen redactado con los mismos insólitos caracteres del manuscrito Voynich;
un puñado de fotografías del cadáver del presidente Abraham Lincoln, que fueran
supuestamente destruidas...
Una carta de Vasco Núñez de Balboa a sus hermanos, afirmando
que la leyenda de El Dorado era una invención para que la Corona española
dedicara más fondos a su campaña. Recursos que tenía la intención de agenciarse
y compartir con ellos en el Nuevo Mundo si se avenían a ayudarlo.
Isaac Newton ordenó a su lacayo quemar un enorme volumen de
escritos suyos, pocas semanas antes de fallecer. Su contenido era tan extraordinario
e inexplicable, que decidió incinerarlo antes de legarlo a generaciones venideras.
El lacayo, Desmond Deween, el joven hijo de la cocinera, se negó a cumplir las órdenes de su señor...
Qué me dirías si te confieso que esa cápsula de conocimiento
es real...
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